Castellano
Si bien en 1971 yo había retornado al acto de dibujar, simultáneamente con la escritura de Recontrapoder comencé una serie en la que relacionaba aquellos dibujos que había realizado en mi terapia con mis sensaciones pictóricas de la naturaleza (alquilaba por entonces una casa en el Tigre). Las clases de pintura que dictaba en mi taller particular me obligaron a ver a la naturaleza por encima del caos humano. Discípulo de mí mismo, fui encarando de otra manera el planteamiento del caos: ante todo volviendo al plano y utilizando los elementos constituyentes del lenguaje pictórico con un concepto musical de tensiones y vibraciones, particularmente centrado en el contrapunto entre el color y el dibujo (la línea cerrándose en la representación o abriéndose en la abstracción). Es así que plantee el caos míticamente, con una buena dosis simbolista (aspecto literario) pero con conciencia de los contrapuntos visuales. El caos así encarado parecía estar relacionado más con los mitos originarios del universo y el hombre que con el mundo contemporáneo. De este período dan testimonio las series La Naturaleza y los Mitos y Conquista y Violación de la Naturaleza (sobre la conquista de América), ambas de 1975, así como otras que realicé en París entre 1976 y 1980. En estas últimas acentué el aspecto simbólico (con su consecuente exceso literario) que estaba ya latente en las anteriores. Al darme cuenta de ello comencé nuevamente un período de autocrítica.