Castellano
En 1964, en una primera estadía de nueves meses en Nueva York, yo personalmente comencé a extremar mi asunción del caos y me extendí a las instalaciones. El uso de esta palabra no existía aún aplicado al campo estético, pero estas obras sui generis, al extenderse en el espacio, de alguna manera eran instalaciones (¿protoinstalaciones?). Eran obras complejas compuestas de cuadros, bastidores solos, telas colgantes y siluetas de maderas que se entrecruzaban invadiendo las salas. Era el tiempo en que escribí mi libro Antiestética (entendida como la estética creativa contra la estética establecida). "El caos como estructura", se denominaba un capítulo. En los años 1964 y 1965 realicé las obras que ejemplifican este período, algunas en Nueva York –ciudad a la que había viajado gracias al Premio Di Tella– y otras en Buenos Aires a mi regreso. Por otra parte, 1965 fue el año de la disolución de nuestro grupo.