Castellano

Autorretrato

Texto vinculado a la exposición Noé. Visiones / Revisiones, 2012

De visita en este mundo (2005) es tácitamente un autorretrato. La cabeza inclinada, el rostro de frente, sereno y dislocado a la vez, se recorta nítido, con un dibujo en apariencia sintético –de lí - neas blancas sobre fondo negro– que no renuncia, sin embargo, al uso de ciertos modelados. Así, la imagen se acerca al verosímil de un retrato en grisalla que, a la manera de aquellas presencias situadas en las narraciones visuales de los retablos religiosos, está destinada a resguardar el universo construido en esa composición. Pero el (auto) retrato, no está fuera o en la base, sino que flota en el centro mismo del magma dinámico de la pintura, 7 muy dibujada, que se expande en distintos sentidos creando micromundos que conviven de manera orgánica, vital. Los labios apretados, la mirada fija, los lentes descoyuntados, muestran al Noé actual, de expresión atenta y penetrante siempre. Un autorretrato en y con la pintura, entre trazos, líneas, formas y colores: en su espacio, en el caos. Un sitio desde el que interpela a quien mira, mirán - dolo. En una imagen del mundo compleja, diversa, que no se deriva de la simple captación de lo real sino de la manera singular con la que Noé elige darle forma a partir de la suma de fragmen - tos que conducen a la incerteza, deja abierta la senda de variadas lecturas y con ellas distintas formaciones imaginarias. Pero decía que se trata de un autorretrato, una obra que asume un carácter autobiográfico en cuyo relato aparente Noé está de visita en este mundo, en tránsito. Construye la ficción de que es una visita, que no es del lugar, que mira desde fuera. Pero se coloca en el centro y se sumerge entre los distintos planos de la obra-mundo, entre las distintas figuras que emergen del fondo y se diluyen nuevamente en él cuando el que mira descubre algún otro elemento que, a su vez, se hace figura. Noé está allí, viendo (nos) desde el sitio del autor que es también actor (pasa, mira). Se trata de un tipo de autorretrato situado y deslocalizado a la vez, capaz de aludir al mundo pero describiendo uno cuyo real queda librado a las peripecias de la mirada. Es aquí donde las posibilidades de la pintura expanden los sentidos del trabajo hacia y en cada uno que lo mira. Porque la imagen no está anclada, al menos no lo suficiente como para acotar las dimensiones del mundo en el que Noé se presenta. Porque es una autobiografía no narrada, sino presentada en imágenes que se ofrecen como piezas para pensar con ellas. Entonces, es posible afirmar con Roland Barthes que “el texto (aquí la pintura, el dibujo) no puede contar nada” sino que más bien conduce a una deriva “de comillas inciertas”, “de paréntesis flotantes”. Llegados a este punto, la visita (suya, nuestra) se convierte en deriva y el mundo –precario, dudoso–, en algo siempre por revelar, partiendo de la necesidad de asumir el caos como un rasgo de su condición. [...]



Wechsler, Diana. "Autorretrato", Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2012. http://untref.edu.ar/muntref/muestras/noe/

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