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Texto vinculado con la exposición Deira, Macció, Noé, de la Vega, 1963
Muchos críticos que nos habían sostenido entusiasmados en la muestra Otra figuración y en nuestras exposiciones individuales, como Córdova Iturburu y Osiris Chierico, se lamentaban de nuestro cambio (sobre todo por la segunda parte). Mujica Lainez fue más contemporizador. Nos apoyaron realmente Hugo Parpagnoli –quien siempre nos respaldaba y había realizado el prólogo de la muestra–, Aldo Pellegrini y Jorge Romero Brest. Este último, entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, nos invitó a exponer allí en el año siguiente. Nuestro entusiasmo era enorme. Pasábamos entonces por alto el hecho de que, en ocasión de nuestra primera muestra, Romero Brest nos había criticado –aunque no recuerdo sus argumentos– en una de las clásicas reuniones que la Asociación Ver y Estimar (por él fundada) hacía todos los sábados al mediodía en su sede del segundo piso de Van Riel. Ernesto recordaba el episodio: “Jorge Romero Brest nos citó a una reunión personal en Ver y Estimar y ahí nos dio con todo. Salimos tan deprimidos que Jorge y yo nos fuimos a casa. Nos levantaron el ánimo, Greco, que nos acompañaba, y una botella de grapa francesa”. Casi siempre a contrapelo de sus colegas críticos, cuando desilusionábamos a muchos de ellos que antes nos habían apoyado, Romero Brest nos hacía el honor de invitarnos a exponer en el Bellas Artes.
Esta contradicción (tal vez aparente) él la explicaba así en el prólogo del texto que escribió para el catálogo de la muestra del museo: “Cuando hace dos años Ernesto Deira, Rómulo Macció, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega expusieron juntos por primera vez sus obras, en la Librería Peuser, estaban lejos de formar un grupo. Eran amigos y tenían cierto vínculo ideológico –recuerdo la discusión en Ver y Estimar, en la que Felipe Noé llevó la voz cantante– mas no era suficientemente fuerte como para crear en comunidad. Ahora, puesto que sin perder rasgos personales han llegado a formar un grupo, es oportuno exponer sus obras en el Museo. El ejemplo resultará aleccionador”. Por supuesto que no coincido con la afirmación de que en el 61 no éramos un grupo. Como ya dije, Deira, Macció, De la Vega y yo habíamos constituido el grupo organizador de la exposición Otra figuración e invitado a otros con la pretensión de hacer un movimiento. Luego concluimos que éramos solamente eso: un grupo de cuatro personas. Pero es cierto que la conciencia grupal se había desarrollado en función de los desafíos y el trabajo conjunto. [...]
La exposición del Museo Nacional de Bellas Artes que, como dije, habíamos sido invitados a realizar por su director, Romero Brest, fue tan conmocionante para todos los integrantes del grupo que, por esos mecanismos de la emoción, casi no guardo recuerdos particulares de ella, excepto justamente eso: la emoción.