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TESTIMONIO: Noé + Experiencias colectivas (1965), Museo de Arte Moderno, Buenos Aires

Texto vinculado a la exposición Noé + Experiencias colectivas, 1965

En 1965 estuve unos diez meses en mi ciudad. Ahora me sorprende pensar en todo lo que realicé en ese plazo: expusimos los cuatro por última vez en tanto grupo en la Galería Bonino de Buenos Aires y en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, escribí y publiqué la Antiestética, y organicé e hice la muy compleja exposición Noé + experiencias colectivas en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, dirigido entonces por nuestro siempre fiel Hugo Parpagnoli. A esta última muestra me referiré en el capítulo IV, dedicado a la Antiestética, dado que tanto el libro como ella fueron emprendimientos míos al margen del grupo. […]
Cuando hable? de la Otra Figuracio?n sen?ale?, entre las mu?ltiples actividades desarrolladas en el an?o 1965, la publicacio?n de mi libro Antieste?tica y la exposicio?n Noe? + Experiencias colectivas, aclarando que me referiri?a a ellas ma?s adelante porque eran empresas que, si bien surgieron del proceso con- junto que habi?amos desarrollado, asumi?a como propias mi?as. No realice? ninguna exposicio?n individual durante el peri?odo en que existio? el grupo, pero es cierto que las obras que hice para Noe? + Expe- riencias colectivas las pinte? en el taller que todavi?a comparti?a con Deira y De la Vega (Maccio? residi?a para entonces en Europa).
Ha llegado el momento de referirme a esta muestra y al libro. 
[…]
Noé + Experiencias colectivas surgió dialécticamente de las ideas enunciadas en la Antiestética. Si mis desmadres hicieron que concibiera el libro, fue a su vez este el que fundó las bases teóricas de la exposición colectiva. Cuando Hugo Parpagnoli –quien había sucedido en la dirección del Museo de Arte Moderno a Rafael Squirru, su fundador– me invitó a exponer, yo le propuse esta muestra semicolectiva y le sugerí, además, que durante su realización fuese presentado el libro Antiestética, que estaba en proceso de impresión.
Para esta exposición, en lugar de un catálogo, hice copias de una carta manuscrita dirigida al espectador en el la que explicaba el propósito general de la obra mostrada. Creo que ella habla por sí sola. […]
En esta exposición, como lo anunciaba el texto, además de obras mías –entre ellas Vernissage y la instalación Así es la vida señorita–, se encontraban obras hechas en colaboración con otros artistas – Aizenberg, Barilari, Deira, Maza y De la Vega– y una, particular, resultante de la acumulación de varias obras singulares de Barilari, Casariego, Carreira, Dávila, Deira, Jacoby, Maza, Newbery, Pérez Celis, Pablo Suárez, De la Vega y Wells. Como se puede observar, de los miembros del grupo, el único que no figura en esta lista es Macció porque, como ya dije, no estaba en el país.
El trasfondo estético (o, más bien, antiestético) que había detrás de mi propuesta de hacer estas experiencias colectivas partía de esa señalada investigación individual sobre la continuidad por adyacencia que yo iniciara con Mambo. De la misma manera que podían agregarse elementos en una obra así concebida, podían también introducirse modificaciones mediante el préstamo de partes; esto es, una obra podía ofrecer partes de su cuerpo a otra: así, lo que en un momento había sido una totalidad luego podría, en otra obra, convertirse en una parcialidad y viceversa. Esto había sucedido con obras mías. En Experiencias colectivas proponía hacerlo con la obra de otros.
Doy como ejemplo de suma o resta de adyacencias en mis obras el entrecruzamiento entre cuatro de ellas. Mi cuadro Ensayo sobre la incongruencia del cuerpo místico, pintado en París en 1962, no existe más, aunque en su superficie se encuentre íntegro tal como fue concebido entonces (puede que haya un descascaramiento, pero esto también estaba previsto): es que ahora es otra obra titulada Introducción a la comprensión de la civilización occidental y cristiana (que doné al Museo de la Solidaridad Salvador Allende). A diferencia de la primera, esta última tiene un marco vacío que está montado sobre el extremo derecho de la obra y una cabeza de caballo pintada sobre un recorte de madera. Estos agregados, a su vez, pertenecieron a otras obras, compuestas por adyacencias: el marco, junto con algunos otros elementos, había formado parte de un cuadro mío de 1965, que estuvo justamente en la exposición Noé + Experiencias colectivas, registrado como Sin título con el número 98 en el catálogo que preparó Mercedes Casanegra para el libro Noé. Aparece allí tal como había sido concebido originariamente, pero también sobre esta obra fue ensayado el marco y la cabeza de caballo como elementos agregados tal como figuran en la Introducción a la comprensión de la civilización occidental y cristiana. Actualmente se encuentra en una colección privada, sin ninguna añadidura. La cabeza de caballo mencionada formó parte de una de las Experiencias colectivas de 1965: la que realicé con Roberto Aizenberg. Decidí hacer estas modificaciones a comienzos de los años setenta –ya de regreso de Estados Unidos– pero de manera coherente con mi planteo de 1965. ¿Qué me hacía tomar esas decisiones? La evolución en el proceso de contemplación de la obra propia. [ …]
En el contexto de la muestra Noé + Experiencias colectivas, Romero Brest, Hugo Parpagnoli y Deira presentaron la Antiestética. Romero Brest me había señalado que se trataba de un “gran documento”, razón por la cual lo invité a que lo presentara. Por supuesto que aún no había ocurrido la anécdota relatada por Dalila Puzzovio acerca de que él daba por superada a la nueva figuración. Pero entonces los cambios pasaban demasiado rápido.



Luis Felipe Noé. "TESTIMONIO: Noé + Experiencias colectivas (1965), Museo de Arte Moderno, Buenos Aires", en Mi viaje: cuaderno de bitácora, Buenos, El Ateneo, 2015