Castellano
Texto vinculado a la exposición IV Guggenheim International Award, 1964
Estaba lleno de ilusión. El año anterior Alfredo Bonino había abierto allí una galería. “¡Bonino en Nueva York!”, soñábamos. Por otra parte, Lawrence Alloway (famoso ya por haber bautizado al naciente Pop Art) había estado en Buenos Aires el año anterior y nos había seleccionado a los cuatro, junto a Fernández-Muro, para integrar la representación argentina en el Premio Guggenheim, organizado por el museo del mismo nombre, del cual él era curador. Es así que cuando llegué estaban nuestras obras en el Guggenheim Internacional Award 1964, acompañadas de artistas del nivel de Max Bill, Hundertwasser, Alechinsky, Delvaux, Magritte, Riopelle, Corneille, Lucebert, van Velde, Cuixart, Miró, Saura, Tàpies, Fahlström, Giacometti –quien obtuvo el premio principal–, Gottlieb, De Kooning, Motherwell, Vasarely, Dubuffet, Balthus, Capogrossi, Kitaj, Newman, entre otros. Los otros latinoamericanos eran Matta, Yrarrázabal (ambos de Chile), Lam (Cuba), Belkin, Icaza, Siqueiros, Tamayo (México), Szyszlo (Perú), Borges y Otero (Venezuela).También estaba Lucio Fontana, pero en tanto italiano.11 ¡Apenas se habían cumplido cuatro años de mi primera exposición! No podía decir que era un joven incomprendido, pero ignoraba aún que comenzaba a ser un adulto incomprendido. En esa muestra yo estaba presente con Carisma (1963), obra que, al igual que la de mis colegas, fue adquirida por donantes para la colección del Guggenheim, sede de esa exposición. Sin embargo, las obras de Deira y De la Vega que actualmente integran su acervo no son las de esa muestra. Tengo la impresión, pero no la seguridad, de que en oportunidad de una exposición posterior en ese museo –La década emergente, 1966– sus obras fueron cambiadas.