Castellano
OCHENTA Y SEIS
Preguntas y respuestas.
Entrevista por Lorena Alfonso.
Pregunta: ¿Por qué elegiste OCHENTA Y SEIS como título de la exposición?
Respuesta: El título de una exposición puede ser tan vago como Pinturas y dibujos 2019. He hecho muchas exposiciones con criterios de títulos simples como esos o series cuyos títulos eran conceptos generales temáticos. Lo he hecho, por ejemplo, con la Serie Federal en 1961 y con La naturaleza y los mitos en 1975. Vengo poniéndole títulos a mis exposiciones desde hace más de 20 años y son, por lo general, vagas referencias, como si fuesen los títulos de un libro de poesía. Sin embargo, esta vez he escogido un referente claro: la edad que tengo.
Pregunta: Una vez me dijiste que lo más extraordinario que te había pasado en la vida es la experiencia del tiempo. ¿Podrías contarnos por qué?
Respuesta: Porque el tiempo tiene sus tiempos. Hay tiempos rápidos y hay tiempos lentos. No está relacionado con la marcha del reloj. El tiempo de la infancia es lentísimo pero luego se hace cada vez más rápido. El presente y el pasado juegan a las escondidas. Hay casi presentes, o sea ayeres inmediatos que se van al olvido total como si realmente no hubiesen existido (eso se agudiza en la vejez) y hay pasados que uno siente, cuando vienen a la memoria, que están tan presentes que uno recuerda hasta los más mínimos detalles como si los volviese a vivir. A veces, esos detalles no son tan importantes pero por algo gravitan en uno.
Pregunta: ¿Qué significa el tiempo en el quehacer artístico del día a día?
Respuesta: Para mí, el quehacer artístico no es de todos los días sino de los días en los que realmente hay quehacer artístico. Porque también hay días en que no trabajo, días en que voy procesando el espíritu que se concretará en una obra que solo al hacerla sabré de qué se trata. Podría llamar a ese tiempo como la gestación de la gestación. Hacer algo en el campo artístico (que también puede ser escribir) no se corresponde con horarios de trabajo sino con la acumulación de cosas que aconten y fluyen.
El quehacer artístico no se aprende como un idioma, sino que se va construyendo en función de lo que vas formulando. Uno tiene distintas maneras de concretar su propio oficio de acuerdo a la necesidad de formulación de distintas cosas.
Pregunta: Lo que vas formulando, ¿está relacionado con algún tema en particular?
Respuesta: El tema es, ante todo, lo que querés ir entendiendo que ni siquiera sabes bien de qué se trata. Te vas formulando preguntas y respuestas en tu mismo quehacer. Por ejemplo, el tema del caos estuvo siempre presente en mi vida, pero formulado de distintas maneras. Inicialmente lo expresaba de una manera romántica, es decir con el predominio de un clima trágico. Durante los años 1962 y 1963 empecé a buscar lo ruptural, el contraste y la oposición, y en 1964 y 1965 la ruptura se agudizó con mis instalaciones caóticas (por ejemplo, una llevaba el nombre de Introducción al desmadre). Esta etapa terminó al final de mi residencia en Estados Unidos y como era muy difícil retornar con obras tan complejas me deshice de ellas. Así se abrió un periodo de reflexión que se unió a un proceso de reconsideración de mi propio quehacer. Si cuando realicé esas instalaciones escribí la Antiestética, que publiqué en 1965, al año siguiente me puse a escribir en Nueva York, otro libro que llamé El arte entre la tecnología y la rebelión y que trata sobre el despertar de conciencia que se estaba formulando en ese momento en los países hegemónicos. Luego, cuando llegué a la Argentina, terminé de escribirlo pero no lo publiqué porque me encontré con que lo que se denominaba rebelión en el primer mundo era violencia armada en el mío. Los análisis del libro y el panorama de la toma de conciencia me parecían muy correctos pero sus perspectivas hacia el futuro las comencé a sentir candorosas. Ahora he decidido publicarlo agregando el subtítulo: “En torno al 68” porque considero que muchos de sus cuestionamientos son todavía válidos, aunque se los responda de otra manera y con otro espíritu. Por eso es interesante la comparación entre ese tiempo y ahora. Comparación que no figura expresamente en esta edición pero que dejo latente para que la formule el propio lector.
En el año 1971, todas mis dudas me llevaron a una crisis personal y, en consecuencia, a una terapia. Mientras hablaba con el analista dibujaba y luego continuaba dibujando en casa. Así fui desarrollando una temática de un simbolismo subjetivo que me llevó a escribir un libro que contenía además dibujos (Recontrapoder) y también a retornar a la pintura, en 1975, con la serie La naturaleza y los mitos. Al año siguiente, me fui a Francia por la dictadura militar pero al poco tiempo me entró una nostalgia de “portarme mal” y una nostalgia de América que me hizo viajar al Amazonas. Este tema estuvo latente durante los años ’80, que fueron también años de revisión de mis pasados y cuya síntesis se puede ver en la obra Estructura para un paisaje. En los años ‘90 también estuvieron presentes mis pasados y la revisión y reflexión sobre ellos. En lo que respecta al presente siglo, diré que a causa de un accidente físico en el brazo derecho que me llevó a trabajar de manera horizontal, fui asociando cada vez más el dibujo con la pintura de manera tal que si antes mi preocupación había sido superar la diferencia entre lo figurativo y lo abstracto ahora agudicé la voluntad de superar la diferencia entre dibujo y pintura. Sin abandonar esa preocupación, en esta segunda década, desarrollé también la forma irregular de las obras y volví a la experiencia de las instalaciones.
Pregunta: ¿Cómo se conjugan los temas y los tiempos en una exposición?
Respuesta: El tiempo, para mí, es algo que va y viene. Tomo conciencia del tema de una obra en particular en la mitad del proceso de hacerla. No hago bocetos sino que trato de convocar un “mundo”.
Si hay algo que no me importa es la coherencia de una exposición. Por eso esta exposición, OCHENTA Y SEIS, es un ejemplo de que la coherencia (si así se puede llamar) reside en todas las variaciones de mi mismo. Soy un geminiano asumido.
Pregunta: ¿Cómo fue el proceso de creación de la obra La derrota de la muerte?
Respuesta: En ese cuadro hay de todo. Justamente es la acumulación de contradicciones y oposiciones. Es lo que soy. El título se me ocurrió como contraposición al concepto “el triunfo de la muerte”, que ha motivado otras obras célebres. Estoy tratando de distraerme porque a mi edad la “señorita parca” me hace guiños para salir a bailar con ella. Esta obra, que contiene un esbozo de un autorretrato, incluye también una reflexión escrita sobre la muerte como la mayor aventura de la vida. Siempre me atrajo el misterio y no hay uno mayor que la muerte. Para mí triunfar sobre la muerte es no tenerle miedo.
Pregunta: OCHENTA Y SEIS incluye también una obra sobre Arthur Rimbaud. ¿Era un homenaje pendiente?
Respuesta: Tengo pendiente homenajes a varios autores. Uno es ilustrar Gargantúa y Pantagruel, o sea mi homenaje a Rabelais, que comencé a hacerlo a fines de los años setenta pero abandoné. Actualmente, quise rendirle un homenaje a Rimbaud porque me parece extraordinario que un adolescente de 18 años se haya convertido en el gran poeta de su siglo, y también del siglo XX y del XXI. Hay veces que me maravilla la grandeza de alma que puede llegar a tener un adolescente. Lautréamont es otro ejemplo.
Dentro de las paradojas de la memoria, podríamos decir, que admiro la “madurez adolescente” cuando la adolescencia es genial. Con este oxímoron me refiero a una intuición sobre el “todo” de la vida. Por eso hice este homenaje a Rimbaud.
Pregunta: ¿Por qué cuando que hablas de tu quehacer artístico haces referencia a la frase de Rimbaud “Yo es otro”?
Respuesta: Nietzsche dijo algo similar: “Una cosa soy yo y otra cosa son mis escritos”. ¿Qué significa esa diferencia entre el yo y el yo que deviene en la formulación de algo? No creo que el arte sea expresión del yo. El yo se va revelando, se va dando como absolutamente inesperado. Lo que uno hace no es lo que sabe de sí mismo sino lo inesperado de sí y esa es la creación artística, de cualquier tipo (incluyendo la filosófica). Es el espejo que te revela una imagen del secreto que está dentro tuyo.
Pregunta: En tu recorrido artístico compartiste la tarea de crear con otros. La exposición Noé + Experiencias colectivas, que realizaste en 1965, y los trabajos con Eduardo Stupía son grandes ejemplos. En esta muestra se destaca la colaboración con tus colaboradoras (valga la redundancia) y con tu hija Paula. Para seguir el juego de palabras: ¿uno es con otros?
Respuesta: Me encanta el diálogo, la conversación. Cuando uno conversa con alguien es como un barco que se mueve en varias direcciones, comienza hablando de un tema y termina con otro. Parecida a la conversación secreta de uno consigo mismo. Es muy interesante cuando ya no es una conversación con el otro de sí mismo sino con realmente otro y entonces te desafía o te complementa. Por ejemplo, si estoy trabajando en cerámica con Natalia Revale, ella me transmite la experiencia de la cerámica que no tengo y, entonces, dialogo con sus propuestas y soluciones a cosas que yo, como contraparte, también propongo. Con Cecilia Ivanchevich el desafío es su búsqueda con la luz y cómo podría insertarse lo mío en esa búsqueda. Con respecto a Paula Noé Murphy (mi hija) me interesa lo que está desarrollando en el último tiempo: una obra efímera que realiza en la tierra y que luego fotografía, imprime y sigue dibujando y pintando. Hace una obra sobre el registro de otra. Y me propuso que hiciera mi version sobre una de estas fotografías. Colaborar con ellas es dialogar con sus búsquedas.
Pregunta: En esta exposición, OCHENTA Y SEIS hay referencias a la actual coyuntura política, social y económica. ¿Cómo es tu relación con la política y los políticos?
Respuesta: Una cosa es la política y otra cosa son los políticos. Creo que político es todo lo que tenga que ver con la conciencia de un tiempo. El arte es político aunque no toque temas políticos. Es político porque siempre interpreta a su tiempo. La obra de Picasso es política en su totalidad y no solamente en el Guernica. Creo que el destino del quehacer artístico individual está interrelacionado con el destino de la cultura a la que uno pertenece. La cultura no es únicamente un fenómeno de salones de élite. La cultura es el destino de un pueblo.
Pregunta: Es muy impactante la obra ¿A dónde me han traído? ¿Cómo imaginas el mundo para las nuevas generaciones?
Respuesta: Entiendo la desesperación de una niñita de 16 años que se ha convertido en la líder mundial por la supervivencia de este planeta. Es el descubrimiento de lo que se nos viene encima. Por eso, me gustaría saber qué será de este mundo al fin de este siglo. ¿A dónde me han traído? es la pregunta que se hace un bebé frente al gran caos del mundo. Pero cuando nombro al caos no hablo de desorden sino de lo imprevisto permanentemente. Orden y desorden son pequeñas anécdotas dentro de ese proceso.
Pregunta: ¿Por qué te consideras un optimista escéptico?
Respuesta: Quiero ser optimista pero realmente soy un escéptico. Hay que ser optimista porque sino entras en una decadencia total. Es decir, si te dejas llevar por el escepticismo te convertís en pesimista y el pesimismo es un suicidio vital. Entonces, como uno quiere seguir viviendo tiene que ser optimista aun cuando sea realmente escéptico sobre ese optimismo. Somos seres contradictorios y creo que por eso tengo una tendencia al uso del oxímoron. La vida es un gran oxímoron.
Pregunta: ¿Cómo sentís los ochenta y seis?
Respuesta: El momento que estoy viviendo en la actualidad es mi última etapa artística. Tiziano, Monet, Hokusai, Matisse y muchos otros hicieron su mejor obra en los últimos años. No quiero compararme con ellos pero son un gran ejemplo de porqué en la actualidad quiero hacer mi mejor obra.