Castellano
Texto vinculado a la exposición Luis Felipe Noé. Pinturas 60-95, 1996
[...] Es curioso que ya entonces, cuando una democracia condicionada (era la presidencia de Arturo Illia, tardíamente reivindicada por el progresismo autóctono) autorizaba múltiples y diversas aventuras artísticas y estimulaba transgresiones y cuestionamientos, Luis Felipe Noé hablara del caos de un modo que desbordaba las fronteras de una categoría estética. Este agudo repensador de su arte y de sus circunstancias históricas, este aventajado teórico, parecía intuir aún en medio de la bonanza que habría de llegar otro caos aterrador y diabólico pero también inabarcable; algo que estaba como preludiando “la larga y negra noche” que le esperaba a la Argentina: dicta - dura de ferocidad inédita, tiempos de impunidad y salvajismo, el reino de lo monstruoso, pero de lo monstruoso ilimitado. Los estudios críticos que se insertan en este catálogo son ilustrativos sobre ese proceso en la obra de Luis Felipe Noé: un caos ingobernable, que atravesó la tela, superó los bastidores, se extendió más allá, hacia las paredes, el piso, los techos de las galerías, museos y talleres. Era el orden natural, no el orden moral, el que parecía estallar. Por alguna razón Noé dejó de pintar durante nueve años en 1966, el año de la caída de Illia, de la llegada al poder del general usurpador Onganía. Quizás por la misma razón, pero vista desde la otra orilla, volvió a la pintura en 1975, cuando ya reinaba el terror de la Triple A, preludio apenas de la violencia que sobrevendría con otro golpe militar en 1976, el llamado Proceso que acabaría recién en 1983 dejando tras sí un ancho reguero de sangre e impiedad. [...]