Castellano
Texto vinculado a la exposición Luis Felipe Noé, 1960
Hay un indudable esplendor pictórico en las obras que Luis Felipe Noé expone. [...] La materia es para él tan sólo un apoyo, en el punto de partida de sus concepciones, en las que alienta un hondo fervor lírico, sin que deje de advertirse al mismo tiempo la vigorosa sensualidad del empaste, el sentido táctil de la pintura, la bella armonización cromática. [...]
Decir todo sin plan previo es el gran riesgo de Noé, su valiosa confesión y su mérito artístico, cuando lo expresa “cae” en una materia revestida de belleza. Ninguna técnica elegida podría servirle y en cada cuadro, quizá en cada zona de un mismo cuadro, hay huellas de intervenciones diferentes. Falta así, a veces, la unidad de factura, lo cual no es valor, plásticamente hablando, pero lo curioso es que si el autor consiguiera la unidad por ser fiel a un mismo procedimiento cumplido a despecho de las ocurrencias inesperadas, desaparecería de sus obras un peculiar atractivo. Desaparecería la libertad y el amor de todo lo posible que dan origen a imágenes que parecen gestadas por la vida misma de la tela antes que elaboradas por las manos.