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Texto vinculado a la exposición Deira, Macció, Noé, de la Vega, 1961 - Nueva Figuración, 1991, 1991
La figuracio?n elaborada por los artistas argentinos Deira, Maccio?, Noe?, de la Vega, desde 1961 hasta 1965, es una formidable patada en el hormiguero de las certidumbres intelectuales, a pesar de ser generalmente mal entendida por la cri?tica, o considerada como desden?able por los centros del poder cultural.
Al querer salir de su condicio?n provincial, “perife?rica” los artistas argentinos se lanzan en dos direcciones, las dos igualmente vanas. La multiplicacio?n de los medios de comunicacio?n acorto? la demora en la transmisio?n de los modelos arti?sticos. Por eso algunos intentan adoptar el ritmo espasmo?dico de la modernidad occidental. Buenos Aires tuvo sus abstractos li?ricos, informales, sus pop, sus conceptuales, su land art. Hasta cuando la demora es de apenas algunos meses, algunas semanas, siguen imitando modelos que ya han sido, en otra parte, sujetos de la aventura. Otros cultivan su diferencia recurriendo a un fondo indigenista, arte precolombino o iconografi?a de la e?poca colonial. El valor y la fuerza de Deira, Maccio?, Noe? y de la Vega consistieron en rechazar esta doble utopi?a –creer que la Argentina es una sociedad europea exiliada o que conservo? intacta una quime?rica autenticidad americana– para afrontar las contradicciones de su identidad de argentinos de la segunda mitad del siglo XX.
[...] Nuestros cuatro pintores quieren dar una imagen de la realidad argentina. Sienten que pertenecen a una sociedad joven que ya no tiene mucho que ver con Europa. Al pedir una beca para un viaje de estudios a Pari?s en 1962, Ernesto Deira y Miguel Da?vila llegan a escribir: “Contempora?neamente creemos que Europa cierra en este momento, con las caracteri?sticas magni?ficas de toda decadencia, un ciclo de cultura donde la razo?n y sus derivados fueron reyes y sen?ores absolutos. Asi?, a manera de ejemplo, nos parece que ciertos movimientos de pretendida vanguardia absoluta, no son ma?s que el prejuicio de una ‘vanguardia’ avejentada y repleta de afeites resquebrajados. Pero si la semilla no muere es imposible el desarrollo del a?rbol, y precisamente esa ruptura final es la que necesitamos conocer de cerca, para extraer de ella tambie?n nutrimiento y eludir el error de los epi?gonos a la moda, que sobreabundan en nuestras costas. Creemos que de aqui?, de nuestra coyuntura americana, saldra? algo nuevo en todo su alcance y asumimos la responsabilidad de la palabra y de la profeci?a que implica; pero so?lo el conocimiento inmediato de lo que consideramos agoni?a sin esperanzas –a diferencia de la nuestra– permitira? afirmar y robustecer, o desechar semejante aseveracio?n. Por eso queremos ir a Europa”. En efecto, ¿co?mo podi?an hacerse cargo, cuando se senti?an en el primer di?a de la creacio?n, de “la etapa anali?tica de antes de la guerra, de reexamen, y la etapa extremista de posguerra, de crisis exacerbada” de la modernidad? “Crei?a tambie?n –escribe Noe? en 1975– que si la imagen occidental estaba desnuda no era por cierto la imagen de mi pueblo latinoamericano, que au?n no ha escrito su historia de grandeza y, por lo tanto, de imagen propia”. ¿Co?mo deconstruir lo que no ha sido construido au?n?
[...] Su ambicio?n de “mezclarlo todo y dar la mayor libertad posible pintando”, segu?n la expresio?n de Deira, no provoca muchas adhesiones, a pesar de las numerosas invitaciones lanzadas. Se acerca en cambio a las preocupaciones de buena parte de la nueva generacio?n europea y norteamericana. Siguiendo las huellas de algunos de los an?os cuarenta y cincuenta –Wols, Fautrier, Dubuffet, Pollock, De Kooning, Bacon, los Cobra– aparece una Nueva Figuracio?n. Asi? lo refiere el cri?tico france?s Michel Ragon: “Esta corriente nacida esponta?neamente manifestaba tendencias muy diferentes. Una de sus particularidades, que acababa de enredar las cosas, era que reuni?a pintores figurativos tradicionales como Rebeyrolle, y antiguos pintores abstractos como Alechinsky. Todos habi?an llegado a un paroxismo que se situaba ma?s alla? de las nociones de figuracio?n y de abstraccio?n... Era un arte a mitad de camino entre la abstraccio?n y la figuracio?n, como si, a partir de la te?cnica abstracta, hubieran empezado a surgir lentamente figuras a las que, hay que decirlo, la mayor parte no vei?a”. Varias exposiciones dan cuenta de este movimiento que se desarrolla en Pari?s, en Londres y en Nueva York, que se vuelve ola, luego maremoto: New Images of Man en el MoMa en 1959, Antagonismes en el Muse?e des Arts De?coratifs en Pari?s en 1960, La nuova figurazione en Florencia en 1963, Figuratie defiguratie en Gent en 1964 y por fin Pop, etc., etc., etc. en Viena en 1964. Hasta aqui?, nada extraordinario que notar. A lo sumo podemos reconocer que de unas mismas causas nuestros cuatro pintores produjeron los mismos efectos.
Es la figuracio?n que desarrollan en 1963 y 1964 la que marca su contribucio?n verdaderamente original a la historia del arte. No aceptan la lo?gica anali?tica e histo?rica de la modernidad. Para Ernesto Deira, “a partir de la Segunda Guerra Mundial, se habi?a producido un estallido de la pintura en varios movimientos que tomaban en cuenta una parte de la pintura, o del gesto, o de la materia... y que llevaban a su li?mite las cualidades intri?nsecas de la pintura”. De revisio?n en revisio?n, se habi?a llegado a una atrofia, a la “muerte del arte”. Para ellos, este nihilismo no es apropiado. Maccio? lo dice con toda justeza: “Al tomo y retomo de la creacio?n arti?stica no lo veo pasar por la anecdo?tica cronologi?a. Siento la pintura atemporal y el sufijo ismo para mi? no existe... Si la meta de la pintura es la belleza ba?rbara irracional, no se llegari?a a ella por barruntos intelectuales generalmente progresistas. La pintura a mi modo de ver –no soy el duen?o de la verdad– es recalcitrante, resiste. En pintura la pintura es lo ma?s importante”.
Para representar el caos de un mundo contempora?neo lleno de tensiones, de rupturas, de oposiciones, habi?a que encontrar un estilo nuevo. Hasta el momento, haci?an una si?ntesis de las diferentes influencias recibidas. Desde ahora en adelante, van a jugar con los estilos oponie?ndolos unos a otros, sin dejar de disociarlos claramente. Tienen conciencia de que este eclecticismo es la base esencial de una pintura. Al comentar un cuadro de su serie de los Monstruos, Jorge de la Vega escribe: “El punto de tensio?n que se establece entre una figura casi corporal y su proyeccio?n lisa y deformada y la construccio?n de un espacio dentro del cual pueden existir es quiza?s solamente causado por el deseo de dar una imagen de Ame?rica Latina tan coherente en su totalidad y tan dividida en sus ma?s mi?nimos detalles)”. Maccio? reconoce que si habi?a algo diferente en su pintura, “era la introduccio?n en un lenguaje expresionista abstracto de una figura humana ubicada en un espacio abstracto geome?trico, es decir, dos lenguajes considerados como antagonistas. Despue?s de haber empezado con esto en cuadros ma?s antiguos, tome? conciencia de esta contradiccio?n que es, creo yo, caracteri?stica de mi pintura. Tambie?n hay un intento de desarticular el espacio picto?rico contraponiendo plano versus volumen, perspectiva versus espacio indeterminado, o haciendo participar simulta?neamente dos temas en el mismo cuadro”. Asi? obteni?a un “sentimiento indeterminado del espacio que es ma?s atmosfe?rico que mediterra?neo”. Su eclecticismo no es un mero collage picto?rico como el collage cultural argentino. No se trata solamente, como escribe Edward Lucie-Smith acerca de los artistas latinoamericanos, de “considerar los diferentes estilos de la modernidad, fuese cual fuese el momento de su origen, a la manera de un menu? en el que uno elige lo que le interese”. Tambie?n pone en tela de juicio la representacio?n occidental del tiempo.
[...] Su representacio?n tan convincente del caos nos recuerda que mientras en Europa y Estados Unidos los artistas, salvo pocas excepciones, ya no saben muy bien que? esperan, incapaces de no entender nada del mundo que los rodea, en otras partes, en la confusio?n de los principios, nacen nuevas culturas. Son Ernesto Deira, Ro?mulo Maccio?, Luis Felipe Noe? y Jorge de la Vega quienes han dado una imagen dividida entre dos estados, en gestacio?n, de sociedades que se liberan del dominio de los modelos culturales de Occidente.