Castellano
Texto vinculado a la exposición Noé-Stupía ¡Me arruinaste el dibujo! Dibujos a cuatro manos, 2011
Me arruinaste el dibujo! Exuberante, enriquecedor proceso creativo en el que Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía, dos pesos pesados del arte argentino, trabajaron a cuatro manos. Escapando del recoveco de la pura egolatría, conversaron, debatieron y pusieron en cuestión la propia imagen. Son tintas y pinturas, muchas son collages de sus obras (fragmentos de dibujos viejos o nuevos) sobre papel. Algunos trabajos los hicieron literalmente a cuatro manos; otros se los fueron pasando varias veces. ‘No trabajamos con ningún criterio apriorístico, sino que una proposición gráfica era comentada por otra, y así nos íbamos cruzando’, dice Stupía de esa ‘conversación’.[…]
En más de medio centenar de dibujos y tintas sobre papel, uno se encuentra con contrapuntos, afinidades, y muchísimo placer en lo que se hace. El resultado: los bellos grafismos, especie de signos caligráficos en clave, y la trama –más o menos abigarrada– de Stupía en potente interacción con el fantástico mundo imaginario de Noé (un desfile de personajes y formas increíbles). Uno descubre universos imposibles, hiperbarrocos, amasijos de líneas, colores hipnóticos, únicos, y títulos ocurrentes, sin pretensión de referencialidad: son juegos, carnadas para entrar a la obra.
[Stupía señala]: “Porque todo trabajo en conjunto parece presumir de un acuerdo, pero también hay una suma de desacuerdos armónicos. Hay contrapuntos y contradicciones que son productivos. Entonces, en lugar de ocultarlos, hay que agudizarlos. Porque nosotros podemos tener mucha afinidad por la admiración y el respeto que tenemos por la obra de cada uno, pero también tenemos diferencias. No es todo tan lírico. […] Nosotros no trabajamos con una imagen. Una imagen previa es muy mandataria, en cambio acá, nuestras correcciones tienen que ver con el lenguaje, con el ajuste y desajuste del lenguaje. Es muy parecido a cuando hablás y también te corregís mientras estás hablando. […] Yo me he dado cuenta de que haciendo este trabajo he recuperado para mi propio trabajo eso de no enamorarse de lo que uno hace. Poder abandonar y desapegarse del rasgo propio si el rasgo ajeno es superador. […] Y es también la duda con las ideas: si uno se apega demasiado a las propias ideas, empiezan a empobrecerse. Para mí, tienen que estar sometidas todo el tiempo al influjo de las ideas ajenas. […]
[Dice Noé]: “Nos interesa el contrapunto, el juego entre lo minucioso y lo que no es nada minucioso. Yo no veo muchas diferencias respecto de cuando uno formula una idea. Lo que pasa es que esto ya no es un pensamiento único, sino una conversación. Y vos viste que a veces en las conversaciones uno está hablando y el otro interrumpe. […]