Castellano

De por qué Luis Felipe Noé ya no es más pintor y sin embargo hace una exposición de pintura (autorreportaje)

P.- ¿Usted ya realizó una exposición con el título de “Saldos. Liquidación por Cambio de Ramo” en el mes de Mayo de este año en la galería El Taller?

R: Hubo de hacerse pero no se hizo. La suspendí de mutuo acuerdo con la galería porque en ese entonces arreció la lucha en Córdoba y Rosario. La cosa no estaba para “festivales artísticos”. Muy probablemente vuelva a ocurrir lo mismo en esta oportunidad.

P.- ¿Es ésta una muestra retrospectiva?

R.- No, en absoluto. Se trata de una muestra de los cuadros que aún poseo. Al resto los vendí, los destrocé, los desmonté (los más complicados) o se murieron (aquellos que eran el producto de la experimentación con materiales), o los perdí. Los cuadros como los hijos tienen vida independiente. Ellos también son hijos fortuitos del amor o del deseo. Además esta es sólo una exposición de cuadros. Yo también dibujé, grabé e hice environments de pinturas (por acumulación) y luego de espejos plano-cóncavos.

P.- ¿Por qué usted ha dejado de pintar?

R.- Yo no dejé la pintura, es la pintura la que me dejó a mí. Cuando me dejó yo estaba apasionado con ella…Vea le explicaré el proceso. El tema de mi obra ha sido el caos porque yo sentía que la realidad se me escapaba de todo concepto anterior de orden. Quería conocer sus secretas leyes y su rostro para lo cual había que negar previamente toda ley anterior. A veces la acerté y la más de las veces me equivoqué. En lo que no me equivoqué es en mi actitud frente al arte… Mi primer intento de dar una imagen de este caos fue a través de la pintura, de lenguaje informal, tratando de rescatar formas como hacen los niños con los dibujos de los mármoles. Mi pintura de entonces era muy oscura y ahora ya no se puede ver casi. Utilizaba un medio que encendía el color pero que luego lo apagó del todo. Sin embargo, quedan de entonces cuadros que estimo mucho. En especial, “La pequeña historia de la incontinencia humana”. Luego, precisando un tanto más las formas realicé la “Serie Federal”, la de mayor éxito pero que me llevó al borde del amaneramiento. Reaccioné justo a tiempo. Vendía mucho entonces y temí convertirme en un fabricante de obras decadentes, porque cuando uno se imita a sí mismo cada vez se imita peor y creyendo que gana una personalidad la pierde por completo

Tomé conciencia de que el clima envolvente de mis obras -dirigido a precisar el “elán” vital más que a los protagonistas- constituía una forma de plantear una unidad y, por lo tanto, ordenaba caprichosamente el caos al que pretendía dar imagen. Entonces traté de destacar los elementos de tensión, de oposición y de contraste. Pinté tres obras que me abrieron hacia otra actitud: “La última cena” (Colección Guido Di Tella), “Mambo” (que incluye un bastidor dado vuelta), “Amantes en acción” (pintado sobre una tela extendida como una sábana sobre una cama de hierro para contrastar a ésta con lo vivencial de la relación (esta obra está deshecha) y “Nada es demasiado” (colección Hilario Lorenzutti), donde el planteo dividido de “Mambo” se formula como una visión quebrada en forma más categórica, aunque al mismo tiempo insolente. Luego viene el desarrollo de esta actitud oponiendo “elementos” a  ”clima”, colocando figuras fuera del marco natural, yéndome caóticamente para todos lados. Ahora ya nada de esto parece caótico.

P.- ¿Es su época Pop?

R.- Yo nunca tuve una época Pop, como es posible ver en esta exposición. Cuando yo comencé a hacer estos cuadros que le mencioné nadie hablaba de Pop ni aquí ni en parís. Lo que acontece es que al ver algunos elementos reales en los cuadros la gente, que solo conocía del Pop la palabra, los llamaba Pop. Creo que en pintura es mi mejor época. Es cuando obtuve el Premio Di Tella. Es la época en que mutuamente nos estimulaban amos entre Deira, Macció, De la Vega y yo. Lo necesitábamos porque estábamos en una aventura que en ese entonces no era compartida por nadie. Luego continué con la acumulación de cuadros opuestos entre sí. Continuaban por el piso y por el techo hasta crear una ambientación totalmente descontrolada (Exposición del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y en especial de Bonino en Nueva York.) No pudiendo después de esto almacenar mi obra, desmontaba las pinturas y terminaba destrozándolas porque el sentido que tenían era el de estar juntas y no separadas. Por otra parte si yo quería ambientar al espectador en un entorno que él no dominase, me di cuenta que fallaba al darle como punto de referencia mi “yo”, mi pintura y mi angustia. El se quedaba ajeno contemplando como yo quería oponerme a mi mismo. Por lo tanto, dejé la pintura y pasé a los espejos plano-cóncavos. Por medio de ellos me propuse crear otro tipo de ambientaciones que tendiesen también a envolver al espectador con el caos. Esos espejos sin deformar rompían la imagen y la dispersaban. Hice una ambientación en el Museo de Bellas Artes de Caracas. Una vez hecho no me interesó más el problema. Podría volver a hacer esta ambientación, pero cuesta mucho dinero para luego tener que destrozarla. Serviría para decoración. Si alguien estuviese dispuesto… Pero no lo busco.

P.- ¿Usted cree que la pintura ha muerto?

R.- No, es una buena terapia. Lo que creo es que está cuestionada como lenguaje revelante. Ya no sirve para abarcar la imagen de hoy porque esta es de visión discontinua. Cuando yo pintaba quería abarcar a ésta. No es que haya dejado de creer en la pintura, sino que había dejado de creer en que fuese un instrumento idóneo para lo que yo me proponía, y que ahora ya no me propongo. No me interesa más representar a la vida. Sino vivirla, esto es presentarla, desatar posibilidades. Lo que más me gusta de la pintura que hicimos en un momento es la certeza de que culturalmente provocó algo en nuestro ambiente. Cuando yo pintaba, en cambio, aparte de que era una muy buena terapia, creía en ella como lenguaje revelante. Para mí la terapia ahora consistió en dejar de pintar, y con ella dejar al mundo de la competencia artística.

P.- ¿No va a pintar más?

R: Yo nunca digo de esta agua no he de beber, pero si lo hiciese estoy seguro que en ese mismo momento la bebería. Como es una buena terapia y en este momento no tengo ninguna a mi alcance, puede que lo haga como una señora hace bordado, pero lo que quiero que esté claro es que no me parece un instrumento idóneo para plantear cosas nuevas en este momento. Posiblemente cuando pintaba tampoco lo era. En cinco años las cosas no han cambiado tanto, pero lo importante es que yo lo creía de otra manera.

P: ¿Y por qué expone estos cuadros?

R: Porque respeto mucho ese momento mío y porque existe gente que cree y quiere realmente a la pintura. Son ellos con quienes que siempre polemicé y a los que siempre quise. Ahora me quedan algunos cuadros, testimonios de esa pasión. Ya he destrozado demasiadas cosas como para destrozarlos a ellos también.

P: Usted habla de liquidación por cambio de ramo. ¿A qué actividad se va a dedicar? ¿A ser barman o a escribir?

R: No. A la única que realmente he tenido, la de provocar y desatar. Ahora publicaré dos libros y recién se inauguró el Bar Baro en Reconquista 872.

P: ¿Y por qué hace un bar?

R: Porque desde que no vivo del arte, de algo tengo que vivir, y me gustan los bares pero no los que hay en Buenos Aires. Es en alguna medida, muy pequeña por cierto, una forma de desatar nuevas formas de relación humana. ¿Quiere una cervecita?

______________

(*) Luis Felipe Noé nació en Buenos Aires en 1933. Su primera exposición la realizó en la galería Witcomb hace diez años. Luego realizó cuatro muestras más en Buenos Aires (Kalá y Van Riel -1960-, Bonino “Serie Federal” -1961-, Museo de Arte Moderno -1965-). Una en Nueva York (Bonino 1966) y otra en Caracas (Museo Nacional de Bellas Artes, Sala de Espejos 1968).

Participó en el grupo integrado además por Deira, Macció y de la Vega. realizó con ellos nueve exposiciones, entre ellas una en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires y en la Comisión Nacional de Bellas Artes de Montevideo -ambas en 1963- y otra en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro -1965-.

Participó en numerosas muestras en el exterior, entre ellas el Premio Internacional Guggenheim (1985). Obtuvo las siguientes distinciones: Beca del Gobierno Francés (1961); beca Guggenheim (1966-1967); Premio Nacional Di Tella (1963); Mención de Honor en la 6º Bienal Internacional de Grabado de Tokio (1968). En 1963 publicó un libro titulado “Antiestética” (Van Riel, 1963). Próximamente publicará “El Arte entre la Tecnología y la Rebelión” y “Una Sociedad Colonial Avanzada”. Actualmente es socio gerente de un bar, “Bar Baro”, Reconquista 872. Con anterioridad fue estudiante de Derecho, periodista, inspector de cines y director de un centro cultural en un barrio portorriqueño de Nueva York. Ha vivido un año en París y cuatro en Nueva York.



Luis Felipe Noé. "De por qué Luis Felipe Noé ya no es más pintor y sin embargo hace una exposición de pintura (autorreportaje)", en Noé. Saldos. Liquidación por cambio de ramo, Buenos Aires, Galería Carmen Waugh, 1969, Buenos Aires, 1969