English
El caos en la obra de Luis Felipe Noé
Hasta el siglo XX, y desde que los mitos trataban de explicar aquello que era incomprensible para la razón, el caos siempre había ocupado el lugar del enigma. A mediados del siglo pasado, diferentes estudios científicos incluyeron como parte del pensamiento racional aquello que no puede preverse.
En adelante, la inestabilidad y la indeterminación pasaron a ser factores claves fuera de condiciones de equilibrio. Este cambio de paradigma formó parte del pasaje de la modernidad a la posmodernidad.
En 1965, en su libro Antiestética, Luis Felipe Noé expresó la necesidad de asumir el caos, no en oposición al orden, sino como una nueva dinámica de funcionamiento de un mundo en permanente cambio. En sintonía con el pensamiento científico, el artista concibió desde entonces la inclusión del caos dentro de la teoría y la práctica.
Esta exposición analiza los aspectos centrales de la obra de Noé, a través de los cuales desarrolló su estética del caos, siempre mirando hacia el futuro. De ahí el título Mirada prospectiva, porque su trabajo presenta una continua obsesión por desentrañar el devenir.
El guión curatorial se aparta del orden cronológico tradicional -retrospectivo- y plantea tres claves de lectura que pueden rastrearse en la “estética del caos” de Noé a lo largo de toda su obra artística realizada entre 1957 y 2017: la conciencia histórica, la visión fragmentada y la línea vital.
Las tres constantes que estructuran la muestra se ven condensadas en la imponente instalación Entreveros (2017), que presenta una imagen de quiebre, en momentos en que la espiral del caos vuelve a estallar ante nosotros.
La conciencia histórica marca el recorrido: el artista aparece como testigo de su época para apropiársela y evocarla a través de la cita, la denuncia y la ironía. Para Noé, toda cita al pasado tiene sentido siempre que su eco resuene en el presente y se proyecte hacia el futuro, por lo que incluye referencias a la historia argentina y a la historia del arte universal.
La visión fragmentada: Noé divide la obra para mostrar distintas realidades coexistentes. Consciente de sus coordenadas geográficas y temporales, replica en las formas la fragmentación que observa en la sociedad. Este razonamiento lo lleva a entender el caos y la otredad como partes del mismo sistema.
La línea vital guía la obra. Desde 1957 hasta la actualidad, puede rastrearse la línea a mano alzada que recorre el papel y la tela. En los años 70, la línea y el color se unen en sus obras para enunciar la naturaleza como sinónimo de la vitalidad latinoamericana. Así inicia un camino de superación de los límites entre el dibujo y la pintura que será su sello distintivo en los trabajos posteriores a 2003.
Cecilia Ivanchevich
Curadora